EL AMOR  NO  REQUIERE  QUE  DOS   PERSONAS  SE  MIREN  ENTRE  SÍ.   PERO  SI,   QUE  MIREN JUNTOS  EN  LA MISMA DIRECCIÓN.

A. de Saint-Exupéry

 

   

 

"CON LA MENTE Y EL CORAZÓN ABIERTO"
 
por  MARÍA*

 

Cuando "En Portada" me pidió que escribiera una carta contando mis impresiones sobre como era la vida con un travesti, no sabía como afrontar el reto.

Al final decidí contar nuestra historia con sus luces y sus sombras, para hacer constar precisamente lo más difícil de todo; la comprensión del asunto y cómo esta comprensión exige hablar, con la mente y el corazón abierto, largo y tendido.

Me casé completamente enamorada y convencida de que me casaba con el mejor hombre del mundo. Mi marido es una persona excepcional, amable cariñoso, comprensivo, siempre complaciente, un hombre ideal con quien compartir mi vida.

Llevábamos cuatro meses casados cuando una noche hablando de travestis me dijo que a él le gustaba vestirse de mujer, que le gustaba muchísimo y que lo llevaba haciendo desde que tenía ocho años.

Al principio no sabía de que hablaba, era como si hablara en un idioma que no era capaz de comprender, todo era nuevo para mi, no podía alcanzar a comprender de que me estaba hablando. Me sentí engañada y traicionada, pero en todo mi dolor, ví que a él, este tema, también le hacía sufrir mucho y, en un momento de desesperación, me prometió que nunca más lo volvería a hacer, que esto se había acabado, y yo, convencida, pensé que eran asuntos de su adolescencia y que era agua pasada. Todo se resolvería callando y olvidando.

Pasaron los años sin volver a hablar del tema, como sí para  sobrevivir anularas una parte de tu cerebro que te produce dolor.

Mi marido viajaba mucho y en uno de sus viajes encontré una bolsa en el maletero con ropa de mujer. Me enfadé muchísimo y me dijo que iba a pedir ayuda, que no podía dejar de vestirse de mujer, que lo había intentado muchas veces, pero que siempre lo volvía a hacer, que solo había logrado ser completamente feliz, cuando la luz del sol había calentado su cara y él, era una mujer.

Yo no sabía que hacer. Que le quería era la única cosa que tenía clara, todo lo demás eran dudas. ¿Con quien me había casado, con un hombre o con una mujer?, ¿realmente me quiere o sólo soy una tapadera para llevar una vida aparentemente normal?, ¿mañana por la mañana se levantará y me dirá que necesita algo más y me abandonará?.

De repente me dí cuenta de que era un extraño para mi, me había engañado muchas veces, ¿me podía volver a fiar de él?, ¿le resulta muy fácil mentirme?  ¡no sabía!.

Es horrible vivir con una persona que de repente te parece que no conoces de nada, que tu le ves de una forma pero realmente es de otra. Ahora me pregunto, ¿porqué dejamos pasar tanto tiempo?, ¿porqué no fuimos capaces de hablar del tema aquella primera vez? y no se que contestarme, supongo que me sobrepasó con mucho y no supe reaccionar.

No podíamos seguir así, teníamos que hacer algo o la separación sería lo mejor para los dos. Entonces nos metimos en internet, empezamos a leer cosas sobre el tema, a conocer gente y a hablar con otras personas de nuestros problemas y preocupaciones, a ver que no estábamos solos y que había gente como nosotros, que nos comprendían y sabían de que hablábamos. Realmente conocer a parejas como nosotros fue nuestra tabla de salvación, alguien que te ayude a comprender las cosas, que te resuelva tus dudas, aunque no tengan fácil respuesta.

¿Me gustaría que fuera de otra forma?. Sí, me gustaría, pero he aprendido a escucharle y a comprenderle, y a darme cuenta de que es muy importante para él y que le hace muy feliz y como le sigo queriendo con toda mi alma, su felicidad es la mía.

 

* María es un nombre ficticio. Desde aquí queremos agradecer a las dos protagonistas de esta historia el envío de este documento. Os deseamos de todo corazón que seáis muy felices y os mandamos un beso muy fuerte. (EN PORTADA)

 






 

 
Crat
email
Grupo de Yahoo

Chat

email
Grupo de Yahoo
 
web actualizada el